Roth y Würgler S.R.L.

En 1935, Alberto Roth, junto a su cuñado Pablo Würgler, emprendió la construcción del molino yerbatero "Roth y Würgler S.R.L.", una empresa modelo con molino de yerba propio y la marca comercial orgánica Roapipó, que salió a la venta en 1938.

Este proyecto surgió de la necesidad de moler la yerba de manera más eficiente, tras los primeros intentos rudimentarios que Roth realizaba con herramientas simples. Pablo se encargó de la construcción del edificio, mientras que Alberto gestionaba las máquinas, el embalaje y la comercialización del producto. Con madera de sus propios bosques y bajo la destreza del carpintero suizo Egli, construyeron un molino impulsado por motor que, desde su inicio, marcó el crecimiento de la producción yerbatera en Santo Pipó.

La fuerza motriz del molino provenía de un motor Ford A que utilizaba nafta como combustible. Mediante correas planas, ejes y poleas, la energía se transmitía al "trapiche" para moler la yerba. Durante los años cuarenta, en plena Segunda Guerra Mundial, surgían problemas frecuentes para obtener la nafta necesaria, ya que la poca que había disponible se destinaba a los vehículos.

Ante esta situación, Alberto y Pablo decidieron instalar un "gasógeno" en la sala de motores. Este dispositivo gasificaba carbón de leña en un quemador de combustión parcial. El gas producido se filtraba en tambores de agua y luego se dirigía al carburador del motor. Cada mañana, especialmente en invierno, un operario debía madrugar para poner en marcha el sistema dos horas antes del inicio de la jornada. El motor se arrancaba inicialmente con nafta para su precalentamiento, y tras cinco minutos se cerraba lentamente la válvula de nafta mientras se abría la de gas.

A día de hoy, el molino sigue en pie, conservando su estructura original y los visitantes pueden recorrer sus espacios, reviviendo la historia de Alberto Roth y su legado en un entorno que refleja el esfuerzo y la dedicación con los que fue construido.